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domingo, 29 de abril de 2018

UN LUGAR DE LA MANCHA

Escenario literario universal

Son muchos los motivos para hacer viajes por esta tierra tendida sobre un paisaje entero, meditabundo. Pero, acaso, el más fuerte de todos sea el de andarla paso a paso, conocerla por todos y cada uno de sus caminos, y rebuscar; sí, rebuscar en sus cosas, en la historia de sus cosas para recordar y coincidir con Francisco de Quevedo en que en estas paces y silencios es donde mejor se puede curar el alma.
… y coincidir con Francisco de Quevedo en que en estas paces y silencios es donde mejor se puede curar el alma.
Entremetidos por tierras ondulantes de viñedos y cereales, por aquí los campos son una hermosa sutileza de colores, tan bonitos, que dicen los pintores que parecen casi tapices salidos directamente de los telares del cielo una vez que los tejen los ángeles.

No hemos descubierto los españoles, el Campo de Montiel en todas sus dimensiones paisajísticas, culturales y humanísticas. Un viaje a los siglos XVI y XVII, un paseo por las calles de estos pueblos, donde la historia de este país ha estado presente de una forma tan intensa, te transporta a otros siglos, a otra estética. No es necesario poner en apuros la memoria para reconocer a Miguel de Cervantes en el paisaje actual, aquel que conociera en su transitar por estos caminos y que con su hábil pluma plasmó perpetuándolo en el Quijote, la narración más humana de la literatura de todos los tiempos. No olvidemos que mejor que intentar reproducir el itinerario de unos personajes de ficción, es viajar hacia ellos, y para ponernos en contacto con el alma de Alonso Quijano y su fiel escudero, quizás el Campo de Montiel sea el marco idóneo. Campo por donde aún se percibe la voz y el aliento de Quevedo, que desde que cuenta con el señorío de la Torre de Juan Abad busca el mayor tiempo libre que tiene para venir aquí, especialmente cuando empieza a fastidiarle la Corte. Como amante de una vida sencilla, siguiendo literariamente el tópico latente en la época de "menosprecio de Corte y alabanza de aldea", contesta a un amigo que le preguntaba qué diablos hacía en este lugar: "Yo me salí de la Corte/ a vivir en paz conmigo;/ que bastan treinta y tres años/ que para los otros vivo./ Si me hallo, preguntáis,/ en este dulce retiro,/ y es aquí donde me hallo,/ pues andaba allá perdido".

Por estancia, presencia y muerte, nunca han dejado Miguel de Cervantes y Quevedo de ser unos hidalgos manchegos del ilustre Campo de Montiel; tierra labradora y noble donde Cervantes recobró su brazo y Quevedo su alma, que permanentemente estaba a flor de piel.

Nos adentraremos en Bartolomé Jiménez Patón. El humanista almedinense "oráculo de los dómines de la Mancha", en palabras de Menéndez Pelayo, fija cánones y normas de literatura, seguidos en las cátedras de La Mancha y Andalucía. En las frecuentes polémicas literarias de la época, Bartolomé y Francisco de Quevedo siempre estuvieron en la lista de quienes cerraron filas en torno a Lope de Vega. Departiría a menudo Lope en sus estancias por este Campo de Montiel -aquí situó su célebre comedia El Galán de la Membrilla- con nuestros dos eruditos.

Con qué hambre de conocimientos y afán de superación se entregó el pintor Yáñez al estudio, buscando inmortalizar conceptos e ideales de belleza. Quién pudiera haberlo conocido en una de aquellas cocinillas ahumadas de su Almedina natal, sentado al amor de la lumbre, esgrimiendo ante dueñas y entrometidos ideas y bocetos en filigrana.

Siempre fue el Campo de Montiel lugar de descanso para el poeta soldado Jorge Manrique, autor de una de las más hermosas elegías jamás escritas "Coplas por la muerte de su padre". Comendador del castillo de Montizón, hizo de la imponente mole de esta fortaleza, su refugio, el lugar al que volver tras la batalla. En su vivir entre refriegas, lo encontramos a cada paso enfrascado en otro duro combate:"Conmigo solo contiendo/ en una fuerte contienda/ y no hallo quién me entienda/ ni yo tampoco me entiendo".

La huella espiritual de Santo Tomás de Villanueva es permanente en estos lugares, nacido en Fuenllana, vino a dar nombre y talla a Villanueva de los Infantes, donde pasó su infancia. El "venerabili magistro" fue uno de los más altos predicadores. La tradición hagiográfica destaca la preocupación del santo por los menesterosos, como "padre de los pobres" se le conocerá siempre. La caridad como justicia, pero también como limosna y como entrega personal al necesitado fue práctica y dedicación constante durante toda su vida.
Sin lugar a dudas es el Campo de Montiel uno de los escenarios literarios más interesantes del mundo.

Sin lugar a dudas es el Campo de Montiel uno de los escenarios literarios más interesantes del mundo. Hay que visitarlo, recorrerlo sin prisas, leerlo con los pies detenidamente. Cuando ya el sol sea dueño del paisaje podremos descansar en una placentera taberna, do pediremos unos aderezos quijotescos y un jarro de vino tinto por no tener memoria de agua, que es cosa de santones y devotos. Exquisiteces renacentistas y culinarias que compartiremos con los autores de los escritos que tenemos justo al lado. Y así, entretenido el almuerzo, en la amplia consideración de ciertas conversaciones literarias mantenidas con mucho orden y provecho, sosegados y atentos, complácenos sobremanera la plática exquisita. Ante ellos, igual que ante Dios, lo mandado es callar. Y escuchar. Y leer estos textos que van desfilando ágiles y amenos por esta web. Textos sencillos y descriptivos, pletóricos de acentos geográficos, culturales, históricos y literarios. Basados en los recuerdos y en la memoria que de estos sitios, con tintes de buenos escritores, han dibujado en sus mentes: trazos. Visiones que contribuyen a que el lector descubra el latido de una comarca cuya realidad es más amplia que la del hermoso paraje en el que está enclavada.




Antonio

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