D. Pedro Roncero: Reflexiones sobre 99 años de vida, 72 de ellos de vida sacerdotal
No hemos de llenar la vida de años, sino los años de vida. Estamos escribiendo en la vida nuestra historia para la eternidad.
Vivir es amar. Vivir sin sufrir es vivir sin amar y vivir sin amor es morir (Santa Sofía)
Muchas personas han perdido el sentido de la vida, en el mismo sentido que han perdido a Dios en la vida.
La vida la ha hecho Dios hermosa, pero las personas, muchas veces, hemos marchitado su belleza.
Dios ha contado nuestros días y nos pide el servicio de la vida que nos prestó generosamente.
Tenemos un puesto en la vida y lo importante es que sepamos ocupar y llenar ese puesto.
Nuestra vida es como una tormenta, Dios la ha hecho así para que busquemos el amor y la paz.
La verdad y el amor serán la mejor defensa de tu vida, lo importante es lo que hacemos en la vida y con la vida.
Vivir es llenar el vacío del tiempo con entrega, generosidad y esperanza, pero sobre todo, llenarla de la única persona que da la vida: Cristo, que ha resucitado para que el hombre viva.
Una de las cosas más importantes que da más valor a la vida, es que nos comprendamos los unos a los otros, tener capacidad de diálogo. Todos tenemos algo bueno y eso es a lo que hay que aferrarse, no a las cosas negativas.
Merece la pena la vida de la persona después de haber pisado Jesús la tierra. Enciende con tu vida la lámpara del amor y la verdad.
Una vida Divino-humana sacrificada por los demás, es el acto más grande y hermoso de la historia.
Vivimos en una sociedad con altas cotas de desarrollo técnico, mayores riesgos de guerra, supresión del amor y manipulación de la verdad.
El día 12 de Abril, celebramos el día que da sentido a todo en la vida de la persona sobre la tierra: la resurrección de Cristo. El gran día de la verdad, de la vida, la gran jornada de la libertad de los hijos de Dios.
La recompensa más grande que puedes tener en tu vida es ver que, al llegar la noche, has hecho algo por los demás.
Nuestra palabra sólo tiene fuerza si está avalada por la propia vida.
Recordad, en última instancia: cada cual es responsable de su vida, nadie puede vivir la vida de otro.
72 AÑOS DE VIDA SACERDOTAL (4 de Abril 1948—2020)
Vivir siempre mi sacerdocio. Mi sacerdocio es eterno por ser participación del de Cristo. ¡Que lo sienta! ¡Que lo viva, Señor!
Que sea tan humano y sacerdotal, que a través del hombre aparezca siempre mi sacerdocio. ¡Cristo!
El sacerdote no puede ser una figura decorativa. Los sacerdotes de hoy están dispuestos a hacernos vivir conforme al Evangelio. Somos para todos, principalmente para los pobres.
El sacerdote es un hombre que no debe tener más que una ciencia, la ciencia de Jesús Crucificado.
Los sacerdotes deben conocer y amar el mundo en que viven si quieren realizar su misión.
El sacerdote no prolongado por el laicado que toma parte en sus actividades es una anomalía, un contrasentido.
A los sacerdotes nos corresponde una vida interior que transforme todas nuestras acciones en oración. Si mi vida no la hago oración, no tendré ninguna fuerza en mi vida sacerdotal.
Hacer el bien es un sacrificio, pero un sacrificio que engrandece la vida.
Los sacerdotes, maestros de la verdad, que debemos comprender y sufrir, ministros de amor y a disposición de todos y de una caridad universal.
El sacerdote no es de derechas, ni de izquierdas, ni de centro, sino de Dios, para salvar las almas.
Los sacramentos que administra el sacerdote ayudan a vivir más plenamente la vida cristiana.
Cristo es la luz y salvación. Esto es lo que he intentado vivir, como centro de mi vida sacerdotal.
Los sacerdotes, hemos sido escogidos, por Dios, para ayudar a las personas a encontrar a Dios.
El sacerdote es alguien que ha conocido a Jesús y va a compartir esa experiencia con los demás.
El sacerdocio brotó del corazón de Cristo en la última cena.
Jesús tiene ansia de testigos vivos en la Tierra.
Pedro Roncero Menchén
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