Los coches en el que han sido trasladados los restos en la calle Covento / Alicia Rivas
Estrangula a su familia en Criptana y se mata después saltando por una ventana
Manuel José García-Bustamante, un conserje del Ayuntamiento de Campo de Criptana de 48 años, casado y padre de dos hijos de 5 y 8 años -niña y niño- ha protagonizado este miércoles una de las mayores tragedias por violencia machista, según todos los indicios, de la historia reciente de la provincia.
Este hombre "normal", según refieren los vecinos y algunos conocidos, al parecer ha sido capaz de estrangular a su mujer, Ana María Rosado de 42 años, natural de Pedro Muñoz, y sus dos hijos, en la intimidad de su casa, un piso de la calle Convento número 10 de esta localidad, y después de matarse él mismo arrojandose al vacío desde una ventana hasta la calle.
Como en el último caso mortal de violencia de género en la provincia, el asesinato de Ana Belén Ledesma y su hija de 18 años hace un mes y medio en Daimiel, no había denuncias previas de la mujer y las autoridades ni siquiera han confirmado que el parricida tuvieran problemas mentales, como especulan algunas fuentes, para mayor perplejidad general.
La primera alerta se recibió un minuto antes de las nueve de la mañana en el 112. Un avisó por el posible suicidio de un varón en la calle Convento. Cuando los equipos sanitarios llegaron el hombre había fallecido y los agentes de la Guardia Civil tuvieron que recurrir a un cerrajero para acceder a la vivienda, ya que nadie respondía a la llamada y los niños no habían acudido al colegio.
La vivienda desprendía un fuerte olor a gas y en el interior apareció la macabra escena: toda la familia muerta, según ha podido confirmar Lanza por estrangulamiento (al menos eso parecía al principio).
Algunos vecinos explicaron a Efe que la familia vivía desde hacía poco en esta vivienda, cercana a la de los abuelos paternos.
La calle, un continuo hervidero de gente, estuvo acordonada durante la mañana en la que no cesó el trasiego de investigadores de la Guardia Civil. Además se colocaron grandes mallas oscuras en los extremos hasta que en torno a la una y media salieron los féretros.
El alcalde Antonio Lucas-Torres dio una rueda de prensa junto con el delegado del Gobierno en la región, José Julián Gregorio, en la que expresó la consternación del municipio por "esta inexplicable tragedia".
También ha pedido a todas las mujeres que puedan sentirse intimidadas o que sufran algún tipo de agresión que "denuncien su situación para evitar que puedan producirse casos como este", además puso a disposición de la familia y de los agentes que llevan la investigación. El Ayuntamiento ha decretado dos días de luto oficial.
En Pedro Muñoz, localidad natal de la mujer, habrá una concentración de repulsa este jueves al mediodía.
De confirmarse que este es un nuevo caso de violencia machista, las muertas ascenderían a 18 y los menores asesinados a tres.
En Castilla-La Mancha han fallecido cinco mujeres en lo que va de año, además de las víctimas de hoy: dos en Seseña (Toledo) en apenas quince días, otra mujer en Mora (Toledo) y una mujer y su hija de 18 años en Daimiel el pasado 13 de febrero.
Segunda masacre por violencia contra la mujer en la provincia
La masacre familiar de hoy en Campo de Criptana, vinculada a la violencia doméstica no es la primera en la provincia. Hace cuatro años, en Manzanares, un hombre de una edad parecida al parricida de Criptana, 45 años, natural de Membrilla asesinó a tiros a sus dos hijos de 14 y 5 y años, además de a su suegra de 70 que los estaba cuidando, y después se quitó la vida.
Los cuatro cadáveres aparecieron también en el domicilio familia, en ese caso por la tarde. La Guardia Civil tuvo que forzar la puerta alertada por vecinos y familiares que no veían a la familia. Nadie en el portal escuchó disparos y los niños no acudieron al colegio por lo que ni siquiera se supo con exactitud la hora en la que se produjo la matanza.
La esposa, de edad parecida a la mujer asesinada hoy, se había ido de casa hace unos quince días a Gijón tras una fuerte discusión con el parricida del que tenía intención de separarse porque "la trataba mal".
En este caso trascendió que la mujer intentó dejarle y había acudido al centro de la mujer para pedir asesoramiento sobre el divorcio. Como le temía prefirió alejarse para evitar más conflictos, por lo que se supo él decidió vengarse arrebatándole lo que más quería: a sus hijos y a su madre.
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