Cuento

Un hombre encontró un huevo de águila y lo metió en el nido de una gallina que tenía en su corral. El aguilucho salió del huevo junto con la camada de pollitos; se crió con ellos.

El águila, durante toda su vida, hacía lo que hacían los pollitos del corral, como si fuese uno de ellos. Rascaba en la tierra buscando gusanos e insectos. Cloqueaba, cacareaba, agitaba sus alas y volaba un par de metros en el aire.

Pasaban los años y el águila se fue haciendo viejo. Un día, mirando el cielo, vio un magnífico pájaro. Planeaba majestuoso con elegancia entre las corrientes de viento fuertes sin batir sus poderosas alas doradas.

El viejo águila lo miró impresionado y preguntó: "¿Quién es?". A lo que su vecino contestó: "Ese es el águila, el rey de los pájaros. Pertenece al cielo, mientras que nosotros pertenecemos a la tierra, pues somos gallinas". De manera que el águila vivió y murió como gallina, ya que así es cómo se consideraba.