Cualquier tiempo pasado nos parece mejor, decía la canción de Karina, y ayer, en el último baile de carnaval, tuve que hacer un gran esfuerzo por no caer en la melancólica que me producía el recuerdo de carnavales pasados, con la Calle Nueva repleta de gente, y de máscaras, y de murgas, aunque… poco a poco, y sin saber por qué se fue vaciando, hasta que se extinguió la costumbre de pasear esta calle.
Pero nos quedaba la calle Empedrada, llena de gente y de máscaras que paseaban la calle desprendiendo alegría y diversión a raudales de una punta a la otra, pero… poco a poco y sin saber por qué se fue vaciando.
Menos mal que nos quedaba la Selene con sus dos sesiones, porque había jóvenes para llenarlas. Emblemática esta discoteca que interrumpía su repertorio de música habitual para pinchar las canciones más pachangueras y carnavaleras que pudieran escucharse y que incitaban a salir a bailar hasta a la persona más sosa que por allí se encontrara, pero… poco a poco y sin saber por qué se fue vaciando hasta que cerró.
Gracias que abrieron el KOPA´X, con su jefe Miguel a la cabeza que con su amabilidad sevillana se llevó el gato al agua consiguiendo el lleno total en los días de carnaval en este estupendo disco-bar de la calle Almagro, pero… poco a poco y sin saber por qué se fue vaciando.
Suerte que nos quedaba el martes por la mañana, ese día un montón de cuadrillas asistíamos a guisar a la Plaza, aunque no fuera la Plaza, aunque fuera el polideportivo, el estacionamiento del Espino o el de La Caseta Municipal, o la misma Conchinchina, mareados como una perdiz allá que íbamos a donde dispusiera el dirigente de turno, aunque para qué engañarnos, la Plaza es la Plaza, en algún sitio leí que España es vivir en la Plaza, todo empieza y pasa en la Plaza, pero bueno, esto daría para otro debate, el caso es que… poco a poco y sin saber por qué dejamos de acudir a guisar.
Y llegó el día que nos construyeron un estupendo pabellón con capacidad para mucha gente, donde podíamos reunirnos niños, jóvenes, gente de mediana edad y un poco más mayores, allí vistosas orquestas amenizarían nuestras noches de carnaval pero… este lunes de carnaval, noche grande de esta fiesta en otros años, el pabellón estaba casi vacío.
Dónde estaban las peñas, dónde los jóvenes, dónde los de mediana edad, dónde los más mayores, dónde mi Membrilla participativa… y me puse a buscar razones: quizá es que las orquestas no interrumpían sus repertorios habituales para ofrecer música carnavalera de la que anima a bailar, también pensé en la ausencia de jóvenes, la mitad están fuera del pueblo, por estudios o trabajo, y la otra mitad amenizando el carnaval al pueblo vecino; los de mediana edad tal vez estén apáticos, y los más mayores a lo mejor es que la música no es de su predilección. No lo sé, el caso es que muchas más preguntas me asaltaron esa noche, referentes al concurso de chirigotas, al desfile, a las calles vacías de gente… y no hallé respuesta y a punto de caer presa de la nostalgia, de pronto me animé y pensé que la vida son etapas y que a lo mejor es que estamos en una etapa de vacas flacas y que pronto ideas geniales surgirán y volveremos a disfrutar de la magia del carnaval.
Ojalá.
Pero nos quedaba la calle Empedrada, llena de gente y de máscaras que paseaban la calle desprendiendo alegría y diversión a raudales de una punta a la otra, pero… poco a poco y sin saber por qué se fue vaciando.
Menos mal que nos quedaba la Selene con sus dos sesiones, porque había jóvenes para llenarlas. Emblemática esta discoteca que interrumpía su repertorio de música habitual para pinchar las canciones más pachangueras y carnavaleras que pudieran escucharse y que incitaban a salir a bailar hasta a la persona más sosa que por allí se encontrara, pero… poco a poco y sin saber por qué se fue vaciando hasta que cerró.
Gracias que abrieron el KOPA´X, con su jefe Miguel a la cabeza que con su amabilidad sevillana se llevó el gato al agua consiguiendo el lleno total en los días de carnaval en este estupendo disco-bar de la calle Almagro, pero… poco a poco y sin saber por qué se fue vaciando.
Suerte que nos quedaba el martes por la mañana, ese día un montón de cuadrillas asistíamos a guisar a la Plaza, aunque no fuera la Plaza, aunque fuera el polideportivo, el estacionamiento del Espino o el de La Caseta Municipal, o la misma Conchinchina, mareados como una perdiz allá que íbamos a donde dispusiera el dirigente de turno, aunque para qué engañarnos, la Plaza es la Plaza, en algún sitio leí que España es vivir en la Plaza, todo empieza y pasa en la Plaza, pero bueno, esto daría para otro debate, el caso es que… poco a poco y sin saber por qué dejamos de acudir a guisar.
Y llegó el día que nos construyeron un estupendo pabellón con capacidad para mucha gente, donde podíamos reunirnos niños, jóvenes, gente de mediana edad y un poco más mayores, allí vistosas orquestas amenizarían nuestras noches de carnaval pero… este lunes de carnaval, noche grande de esta fiesta en otros años, el pabellón estaba casi vacío.
Dónde estaban las peñas, dónde los jóvenes, dónde los de mediana edad, dónde los más mayores, dónde mi Membrilla participativa… y me puse a buscar razones: quizá es que las orquestas no interrumpían sus repertorios habituales para ofrecer música carnavalera de la que anima a bailar, también pensé en la ausencia de jóvenes, la mitad están fuera del pueblo, por estudios o trabajo, y la otra mitad amenizando el carnaval al pueblo vecino; los de mediana edad tal vez estén apáticos, y los más mayores a lo mejor es que la música no es de su predilección. No lo sé, el caso es que muchas más preguntas me asaltaron esa noche, referentes al concurso de chirigotas, al desfile, a las calles vacías de gente… y no hallé respuesta y a punto de caer presa de la nostalgia, de pronto me animé y pensé que la vida son etapas y que a lo mejor es que estamos en una etapa de vacas flacas y que pronto ideas geniales surgirán y volveremos a disfrutar de la magia del carnaval.
Ojalá.
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