El sueño. Un compañero inapreciable o un cruel enemigo
El sueño es una actividad dinámica, una necesidad, no un lujo, que resulta imprescindible para la supervivencia humana. Muchos de nosotros hemos experimentado problemas para dormir. Esto suele ser normal y de ordinario temporal, debido al estrés o a determinados factores externos. Pero si los problemas del sueño son recurrentes e interfieren con la vida diaria, se sufrirá un trastorno del sueño que ocasionará una alteración de la calidad de vida y de la estabilidad física y emocional.
Tenemos una vaga idea de lo que es el sueño, lo que no simplifica el concepto de esta misteriosa parte de nuestra vida. Después de todo, el análisis detallado de nuestro sueño personal no es realmente una opción, ya que rara vez sabemos que estamos durmiendo cuando estamos dormidos. La definición del sueño, por tanto, está ligada a patrones característicos de las ondas cerebrales y otras funciones fisiológicas mediadas por sustancias químicas conocidas como neurotransmisores.
Hasta un 30% de la población española tiene problemas de sueño y un 4% de ella de forma crónica. Afecta al 40% de las mujeres y al 30% de los hombres. El coste estimado en USA en 2014 fue de 16.000 millones de dólares, desconociendo con exactitud los costes anuales indirectos por la pérdida de productividad y otros factores, que son, probablemente, mucho mayores.
Una mínima pérdida de sueño puede ocasionar trastornos del estado de ánimo, de la energía corporal, de la eficiencia y la capacidad para manejar el estrés. Además, si se prolonga, puede condicionar la aparición de sobrepeso, provocar la producción de accidentes, dificultar el rendimiento laboral y distorsionar las relaciones sociales. Por otra parte, el sueño profundo coincide con la liberación de hormona de crecimiento en niños y adultos jóvenes.
En algunos "regímenes de salud" de Siglo XIV, se habla de que "el dormir restaura los espíritus perdidos durante la vigilia, a la vez que todas las acciones de las virtudes naturales se fortifican durante el sueño". Y Miguel de Cervantes, a la hora de justificar la locura de don Quijote, manifiesta que "y así del poco dormir y del mucho leer se le secó el cerebro de manera que vino a perder el juicio".
La cantidad de sueño que cada persona necesita es multifactorial, incluyendo la edad. Los bebes requieren unas 16 horas diarias, mientras que los adolescentes necesitan en torno a las 9 horas. Para la gran mayoría de los adultos, 7 u 8 horas parecen ser suficientes. Durante los tres primeros meses de embarazo se observan varias horas más que de ordinario. En la edad adulta se tiende a dormir de forma más ligera, y menor tiempo a medida que se envejece. La mitad de las personas a partir de los 65 años muestran dificultades frecuentes para dormir, como el insomnio, que se interpreta y acepta, sin alarmismos, como una parte normal del envejecimiento.
Sin embargo, y de forma creciente, en las sociedades occidentales industrializadas, ha crecido tanto la privación de sueño, que la correspondencia con la somnolencia "anormal" es ahora aceptada prácticamente como norma. Para acabar de completar los desatinos, en los últimos años y de forma preocupante, los video-juegos y las distracciones electrónicas interfieren con el establecimiento de una rutina regular del sueño.
Durante el sueño, se atraviesa por cinco etapas o fases distintas: 1, 2, 3, 4 y REM (Movimientos Rápidos de los Ojos). Se duerme en forma de "ciclos", es decir, recorriendo las cinco etapas, y se comienza de nuevo por la fase 1 para completar un nuevo ciclo. Un ciclo completo tiene una duración entre 90 y 110 minutos y se acortan a medida que la noche transita.
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