En el extremo opuesto figura Noruega, que ocupa el primer lugar en el uso de este sistema, con unos datos de penetración que superan el 45%. Le siguen Eslovenia, Países Bajos o Suecia, con unas tasas que rondan entre el 25 y el 30% en la adopción de esta terapia.
Ante estos datos, Aureliano Ruiz, presidente de FEDE, ha reclamado "una mayor implicación de las administraciones públicas hacia un tratamiento que ha demostrado su efectividad en la mejora del control de la glucosa, la reducción de las hipoglucemias y el aumento de la calidad de vida de las personas que padecen esta patología".
Ruiz indicó también que en España hay más de cinco millones de personas con diabetes, de las que 30.000 son menores de 15 años y a las que se suman cada año más de 1.100 ciudadanos.
La federación explica que las bombas de insulina actuales son dispositivos pequeños, fáciles de manejar y de programar, que administran insulina al paciente durante todo el día gracias a un mecanismo de infusión con el que el usuario gestiona la cantidad apropiada para cada momento, de forma que imita el funcionamiento de un páncreas real.
Según los datos que maneja FEDE, el uso de la bomba de insulina consigue reducir los eventos hipoglucémicos hasta un 53% al año en niños con diabetes tipo 1.
Por este motivo, la entidad insiste en la importancia de que las administraciones responsables se impliquen más en la extensión de este sistema entre los pacientes a los que puede beneficiar.
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